martes, 8 de julio de 2008

El escondite

Incómodo, mirando hacia todas las direcciones, salí de mi improvisado escondite. Tenía la sensación de que me habían descubierto, y que me descubran en ese escondite era demasiado vergonzoso. Intenté sonreir y hacer de cuenta de que nada había pasado, que sencillamente había sido una coincidencia encontrarme allí.
Pero, obviamente, no fue así. Era un escondite que, por más improvisado, era de todas formas el resultado de una meditada improvisación, si se quiere.
Deformaba mi cara una mueca que poco se parecía a una sonrisa; pero era mi mejor intento. Las pocas personas que me descubrieron me miraban en silencio. La lástima y la vergüenza ajena que sentían por mí ensombrecía sus caras.
Una sensación de vacío comenzó a ahogarme, subiendo desde la boca de mi estómago hasta mi garganta. Decidí no decir nada, y salir de ese lugar tratando de mantener lo poco de dignidad que me quedaba. 
Después de ese día, nada volvió a ser lo mismo en mi vida.
Lo peor de todo es que volví a caer en la tentación, y me sumergí de nuevo en la oscuridad de ese escondite, desde donde pretendo observar todo lo que pasa alrededor mío, sin saberme observado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se si mi interpretacion es un tanto fundamentalista pero ¿puede ser que ese escondite sea una vagina (o una concha para los entendidos)?. En fin, me gusto el relato pero confieso que si no se trata de una concha me sentiría un tanto defraudado, jajajaj. Un abrazo vieja