viernes, 1 de enero de 2010

Sólo la décima vez que lo repitió en voz alta logró convencerse a sí mismo. "Dar un paso hacia adelante, por más pequeño que sea, es mejor que tropezarse con la simple esperanza de lo que podría ser", dijo con modulación, ritmo y entonación perfectas; un mantra sin forma de mantra, pero mantra al fin. Su mantra.
Sacudió su cabeza, se llevó ambas manos a la frente y comenzó a reirse con ganas. Las carcajadas resonaron en un eco burlón y hasta desagradable; la habitación estaba vacía, si no se tenía en cuenta la polvorienta banqueta de madera en la que estaba sentado.
Rogelio Fuente bajó la cabeza y se perdió nuevamente en sus cavilaciones.

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